jueves, 20 de octubre de 2016

Notas y Relatos de Viaje: Ficción + Realidad - Muerte en Sicilia 1



En nuestro segundo día en Palermo, decidimos recorrer algunos lugares digamos clásicos de lo que
"hay que ver". Entramos a algunas iglesitas del centro y luego nos dirigimos al Palacio Real o Normando. Después de una larga espera de fila y gente, y pudimos apreciar la maravillosa capilla Palatina, reconocida como una de las capillas más extraordinarias que hay.

Capilla Palatina, Palermo

Detalles arabescos Catedral de Palermo
St Giovanni de los Eremitas
 
Parque Villa Bonano, Palermo

A la salida, descansamos tomando un helado y los dolores de pie me indicaban que las energías no daban para mucho más. Un hombre que estaba estacionado a la orilla del parque, con una de esas motos-carro-taxi para llevar turistas se le queda viendo a mi compañero y no para de observarlo, mientras habla por teléfono con alguien. Luego se levanta y viene hacia nosotros. En su cara parece haber un extrañamiento o intento de reconocimiento. Ya cerca de nosotros cuelga el teléfono y dice Daniele!! Daniele, sei tu? Daniele lo observa dudando y curioso. - Da Berlino, ti ricordi? 10 anni fa. (En Berlín hace 10 años). Se reconocen, se abrazan y saludan efusivamente. Se cuentan algunas anécdotas y se ponen al día de los últimos acontecimientos de sus vidas. Él termina diciendo, que finalmente volvió a Sicilia, que aquí tiene esa pequeña moto-carro-taxi, y que ahora trabaja en turismo como independiente. Se nota lo contento que está de ver a Daniele y nos invita a darnos una vuelta por Palermo y a llevarnos donde queramos durante dos horas, ya que después tiene un compromiso. Pero nos promete salir a comer por la noche. Es efusivo y es también muy guapo.

Le decimos que teníamos pensado ir a las catacumbas y luego ver un par de iglesias más. Él nos dice, que no nos preocupemos, que él nos lleva a las catacumbas y luego él nos hace un tour por la ciudad.
Lo cierto es que nos montamos en la moto-carro-taxi y nos dirigimos a las catacumbas. En los asientos traseros del moto-carro-taxi, Daniele me dice en voz baja, que a ese amigo, él le había prestado bastante dinero hace bastante tiempo y que nunca más lo había vuelto a ver. Que posiblemente y en vista de que tenía un negocito montado, le iba a dar algo del dinero esa misma noche.
Daniele estaba emocionado de encontrarlo y de saber que quizás iba a poder recuperar ese dinero. El carrito se movía entre los autos de manera arriesgada, pitaba y puteaba a los carros que no hacían señales para parquearse o doblar. Allí íbamos como dos turistas más, conducidos por un loco que nos indicaba, esta es la puerta de la ciudad, este es el palacio real o le decía a Daniele, no has cambiado nada, estás igual, conversaban y se reían. Era muy encantador y tiene unos ojos negros luminosos y llenos de vida.

Llegamos a las catacumbas y este amigo nos dijo que nos esperaba afuera y que luego seguiríamos el recorrido. No había fila y en la entrada dos monjes capuchinos que son los responsables de la administración de lo que ahora es un sitio turístico, cobraban la entrada.

Nos adentramos por unos pasillos iluminados y cubiertos de azulejos, que descendían hacia las profundidades de la tierra, luego bajamos unas escaleras y luego una puerta, (creo que era de vidrio). Ahí se llegaba a unos pasillos subterráneos donde inmediatamente se podía observar el escenario de lo que habíamos decidido visitar. 

Las salas estaban iluminadas con una luz tenue y amarillenta. De las altas paredes colgaban cientos de cuerpos o más bien carcasas humanas. En dos filas, unos arriba y los otros al nivel de la mirada.  Algunos estaban incluso tan cerca del visitante que de haber querido se podrían tocar.

La primera impresión es fuerte, bastante fuerte, pero no hay olor, al menos ningún olor raro o el olor de la muerte o la descomposición. Luego al recorrer los pasillos, te vas acercando y te encontrás que son unos cuerpos vestidos, con los cráneos humanos visibles, es decir, calaveras vestidas y colgados en unos nichos a escala humana hechos especialmente para ellos. Cuelgan como títeres, que esperan a su titiritero, restos humanos expuestos a la mirada de los vivos, de los que aún caminan y respiran, recordándonos lo efímero de la vida y el fin al que todas y todos quedaremos irremediablemente reducidos.

Cráneos humanos con expresiones de todo tipo, diferentes grosores y tamaños. Unos están con la boca abierta, otros cerrada, otros con dientes otros sin, algunas calaveras aún tienen restos de piel, pelos y bigotes.

La técnica utilizada era el secado, más o menos como hoy en día hacen con los tomates que los dejan deshidratarse al sol, (quizás de ahí tomaron la idea los monjes capuchinos). Una vez secos y deshidratados, los volvían a vestir con sus mejores galas y los ponían en los nichos a pedido de las familias. Algunos cuerpos se han mantenido tan bien en el tiempo que incluso conservan la piel de las manos y la cara. Algunas ropas están ya muy rotas y en mal estado y se puede ver el relleno de paja que le han metido para que tengan un poco más de forma.

Los cuerpos están ubicados según su situación social, está el sector de la iglesia con sacerdotes y curas, hay un sector de hombres varios, un sector de profesionales(incluso corre el rumor de que el cuerpo de Velazquez se encuentra en estas catacumbas, pero es quizás simplemente una leyenda urbana o un mito), un sector de mujeres, uno de vírgenes y otro de niños.

El cuerpo más famoso de las catacumbas es el de Rosalía, una niña de 2 años que vivió entre el 1918 y 1920 y que fue embalsamada de tal manera que aún hoy sorprende a los científicos por la técnicas que han hecho de esta, uno de las mejores ejemplares de embalsamado. En ese caso, ya no utilizaban simplemente el secado, sino que habían estado desarrollando nuevas técnicas. A Rosalía aún se le puede ver el pelito, el lazo amarillo que le pusieron en la cabeza y sus ojitos parecen que están durmiendo y que pronto se va a despertar. Cuando estaba absorta observando a esa delicada niña durmiente, se escuchó un alarido de terror, de espanto, que se me revolvió todo el estómago que ya de por si lo sentía vacío de estar en ese lugar. Los que observábamos a la niña nos volvimos a ver todos con las caras pálidas y se volvió a escuchar otro grito y luego pasos, barullo, gente que caminaba, otros gritos, luego alguien que corría...No podía ni moverme, no podía ni balbucear. Empecé a caminar en medio de ese montón de craneos, tratando de averiguar que pasaba y llegar hasta el pasillo de donde provenían los gritos....cuando a lo lejos vi a una mujer en el suelo....y varias personas a su alrededor...me iba a acercando y empecé a avanzar por ese largo corredor de cuerpos colgantes. Un monje capuchino estaba ahora entre la gente y trataban de levantar a la mujer que había caído al piso. Respiré profundo y le pregunté a un hombre que estaba por ahí, un poco retirado que había pasado. Me dijo que lo había visto todo.

Yo le dije, visto que?
El hombre con los ojos que se le salían de las órbitas se tapó la boca y salió huyendo despavorido.
Seguí caminando hacia el gentío que se acumulaba alrededor de la mujer que poco a poco empezaba a despertarse.
La gente hablaba fuerte y comentaba, el cura pedía silencio y que por favor saliéramos todos de las catacumbas. Llegaron varios curas más a tratar de sacar a la gente. Yo intentaba acercarme al gentío y entender que había pasado, cuando sentí una mano en el hombro. Era Daniele, se veía descompuesto. Le pregunté si sabía que había pasado y me dijo que no. Una voz pedía a gritos, por favor, salgan todos ya. Un poco de respeto, gritaba otro. Otro monje notablemente agitado, decía salgan todos, por favor. Per piacere.
Intentamos acercarnos al gentío para intentar averiguar ver que había pasado y un monje nos tocó por la espalda y nos pidió con voz firme pero dulce que nos retiráramos y nos empujó junto a otros mirones hacia un pasillo que llevaba a la salida. Mientras caminábamos veíamos las filas de rostros y agujeros negros de los cráneos.

Eramos decenas saliendo al mismo tiempo en aquellos pasillos que dan a la calle, me dió un poco de pánico la situación, pero logramos salir. La gente comentaba. Entendí palabras en varios idiomas como: se cayó, un cuerpo, cráneo, descolgar, infarto, presión alta, mano de Dios, maldición, muerte.
Cuando volvimos a ver la luz del sol, todo parecía haberse atenuado y tranquilizado, sin embargo no podía dejar de pensar en lo que había pasado allá abajo.
Un hombre gordo, también conductor de un moto-carro-taxi vino a nuestro encuentro y nos dijo que el amigo que nos esperaba se había tenido que ir de urgencia, pero que le había dejado una nota a Daniele.

Tuve que irme,
pero llamame esta noche y los llevo a comer al mejor sitio de la ciudad.
Me muero de ganas de conversar y ponernos al día. Tengo algo para ti.
Quizás ya lo sabes.
Es increíble encontrarnos de esta manera en Palermo!!
El número de teléfono
y el nombre.


Decidimos caminar un poco por la ciudad y luego pasar al hotel a cambiarnos. Cuando intentamos llamar al amigo, una voz muy extraña nos dijo que el amigo no podía hablar en ese momento. Volvimos a llamar y sonaba ocupado o nadie contestaba. Luego volvimos a llamar y atendió una mujer y nos dijo. Antonio ha muerto, ha tenido un accidente. Por favor no llamen más.

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Fotos Daniele Vidoni, Derechos Reservados.


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