jueves, 5 de noviembre de 2009

Sin Documentos


Volví hace una semana de una larga travesía nocturna desde Bruselas. El bus salió a las 11 y media pasadas de la noche, y por dicha tenía sueño y cansancio lo que hizo que durmiera casi todo el viaje. El viaje sin embargo fué un poco extraño y con algunas emociones que se mezclaron con los sueños y el movimiento suave del bus en la carretera. En medio de un normal trayecto de bus entre dos ciudades europeas de dos países diferentes en el contexto de una comunidad europea sin fronteras, el viaje fué interrumpido en dos ocasiones por parte de la policía. Supongo que las principales razones de control es saber si dentro del bus van ilegales, quien sabe si terroristas o vaya a saber que más. Me imagino que en primer término para descubrir ilegales o gente con documentos dudosos. En el primer retén, pensé inicialmente que todo andaría bien, claro cuando el poli agarro mi pasaporte, me acordé que no me había traído el permiso de residencia. Yo me había ausentado dos días y medio por razones de una Exposición de pintura que se llevaba a cabo en Bruselas. Solo dos días y medio. Dios santo, me dije, ahora si que me agarraron, porque mi pasaporte es extracomunitario, y los sellos de entrada son ya muy viejos, si fuera una turista, tendría 3 meses de visa para estar vagando por europa. El pasporte tiene, eso si, una calcomaía de la visa que inicialmente me dieron en la embajada de Costa Rica, que después la tacharon porque me dieron el nuevo permiso. Ayy ay ayy...la cosa es que el policía revisó el pasaporte con mucho detenimiento, con mucha técnica y discreción, y pasaba página por página como buscando las razones de porqué y desde cuando estaba aquí. Tal vez eso, ver mi fecha de entrada. Estaba por decirle que me había olvidado el documento de residencia(cosa realmente inusual, pues siempre llevo el permiso dentro del pasaporte), pero en eso me devolvió el pasaporte y siguió revisando los documentos de la otra gente. Fuck, que susto que pasé. Mejor solo hablar si te preguntan algo, pensé. Pues el susto que se apaciguó con otra dormida, se volvió a repetir, porque en medio del sueño y de la madrugada, el bus se volvió a detener: Control Pass. Otra vez se subieron unos policías entrenados en encontrar ilegales y hacer respetar el territorio europeo. Esta vez agarraron muchos pasaportes y se los llevaron afuera del autobus diciendo que ya los devolvían, entre esos pasaportes iba también el mío. Me imagino que los policías del primer retén están en comunicación con los del segundo, y les avisan que en el bus iban varios extracomunitarios, algunos de dudosa procedencia, o estado migratorio no muy claro, como era mi caso!!! Fuck. En ese momento si pensé muchas cosas, y que había sido un tremendo error salir sin ese documento. Por un lado pensé como se deben de sentir tantos ilegales del mundo en una situación como esta, la zozobra de saber que ahí mismo, los pueden bajar, y entrar en un proceso engorroso de detención e incluso hasta deportación. Cuando en un momento todo se puede acabar, los sueños, el esfuerzo de estar ahi, de haber llegado hasta ese punto, y saber que todo se acabó. Por otro lado, sentí las fuerzas de la comunidad europea y alemanas, controlando en medio de la noche, en la oscuridad de una carretera, quién entra a su casa y descubrir a los que no han sido invitados. Y sentí un poco de miedo, de que me llegaran a tratar como tal, por no llevar conmigo el bendito permiso. Definitivamente se tenían que dar cuenta de que algo no andaba bien. Pensé, ¿si me bajan será que me pongo a llorar?(Porque en realidad soy muy llorona, cuando me encuentro en situaciones de este tipo, el nerviosismo se me sale con el llanto.) O será que actuaré con la conciencia tranquila de quien no comete ningún delito, y simplemente explicar la situación. Después de unos largos minutos volvieron a subir los policías con un inquebrantable porte, con su digno aire de protectores de la ley y la propiedad. Con sus chaquetas fosforecentes y sus rostros que no dejaban develar ninguna irregularidad devolvieron a casi todos los pasaportes, menos dos. A mi y a alguien de Ghana. El policía con extremada calma y elegancia, me preguntó si hablaba alemán. Yo le contesté que me la jugaba, me preguntó si vivía en Alemania. Le dije que si, pero que no traía conmigo el permiso. Santocielo. Me preguntó que tipo de permiso tenía, y desgraciadamente le dije que no me acordaba del nombre del permiso porque justamente los nombres de los permisos en Alemania son de esas palabras que están compuestas como por tres o cuatro palabras. Y le dije que yo estaba Verheiratet, y que tenía una visa por tres años. El hombre en medio del pasillo del bus y algunos bostezos de los pasajeros, me dijo, ok, vamos a comprobarlo. Ay ya yai. Lo único que me tranquilizó fué pensar que la policía alemana debe estar fornida de super equipos de computación para comprobar desde los equipos centrales los estados migratorios, las visas emitidas, los permisos de la gente que vive en Alemania. Otra vez volvieron a pasar unos 10 o 15 minutos, los cuales se volvieron ya eternos para el resto de los pasajeros, que ya habíamos perdido por lo menos 30 minutos entre sueños interrumpidos y culos cuadrados. Otra vez volví a pensar muchas cosas mientras mi pasaporte y mi estado estaba siendo comprobado. Pensé nuevamente en los controles migratorios que se realizan alrededor del mundo, pero especialmente en los que se realizan en Costa Rica, los cuales son frecuentes y a veces realizados sin todos esos sistemas de cómputo que evitan tener que bajar a las personas de los autobuses. Recordé tantas veces cuando bajando desde la frontera nicaragüense, o simplemente desde las pampas liberianas hacia el sur, se realizan retenes policiales, y como esos momentos fueron siempre de simple tranquilidad para mi, por estar en mi país, por ser una local. Uno enseña la cédula y basta. Recordé los momentos en que he presenciado como bajan a personas, y en general la actidud menos profesional de los policías costarricenses en ese tipo de situaciones. Recordé entonces cómo un día volviendo de Puerto Viejo de Limón, con mi compañero italiano, quién estaba de visita en Costa Rica, lo hicieron bajado del autobus por no andar un pasaporte o simplemente una fotocopia del mismo. Aunque no me bajaron a mi, estallé en llanto. Por rabia, por un lado por sentir la impotencia ante las fuerzas policiales, por lo horrible de las restricciones de libre transito en el mundo, y por enojo con mi compañero de que no llevara consigo ningún documento. No lo quería dejar solo, por miedo, miedo a que quedara en manos de quien sabe que tipo de policías, y en medio de esa carretera en medio de la selva. Los policías me dijeron que me fuera para San José, y que les enviara por fax una copia del pasaporte y la página de cuando había entrado al país. Pues no me quedaba más opción que seguir sola el camino hasta Chepe, e ir a registrar entre sus cosas para luego ir a algún café internet para poder enviar el fax. Me imagino que el susto, y la preocupación de mi compa debe de haber sido aún mayor. Y mayor cuando después de tenerlo un rato a la espera de quien sabe que, se lo llevaron en un camioncillo en medio de las interminables plantaciones de banano hasta un puesto de policía en un pueblio realmente perdido en el mundo, en algún lugar en el Valle de la Estrella. Zona apartada ubicada en la región caribe atlántica del país, historicamente abandonada, pobre, prestada sino casi regalada a las transnacionales del la fruta para la explotación de la tierra y de su gente para el monocultivo del banano. Son hectáreas de hectáreas de banano, y pequeños caseríos de gente que trabaja para estas empresas. El olor a agroquímicos, las bolsas azules que protegen los racimos de banano de los insectos dañinos y las filas interminables de plantas en una tierra otrora una selva húmeda de una biodiversidad impresionante, es el paísaje habitual para quienes viven en la zona en todo lo que va del siglo XX y XXI.
Digamos, que en Costa Rica, las autoridades policiales en general no es que tengan en la actualidad una fama de asesinos, pero si de corruptos y abiertos a cualquier chanchullo que se les ponga adelante. Muchas veces por ser gente sencilla, y por estar la delincuencia muy infiltrada en el seno de la sociedad, se ven inmiscuidos ellos también en asuntos de drogas, complicidad con las bandas, lo cual demuestra la poca profesionalidad y el poco compromiso por luchar contra la descomposición social y la delincuencia. Dura tarea para los policías, cuando la descomposición social en estado avanzado es casi irreversible. Así que en realidad nunca sentí miedo por la vida de Daniele. Pero lo que luego me contó de cómo había sido todo, pone en evidencia, la poca profesionalidad y los procedimientos muy informales de cómo actúa el cuerpo policial, y más en esas zonas alejadas de los centros urbanos. Según su relato y percepción de como fué todo, la actitud de los policías era una actuación, semi seria, semi burlesca donde ellos juegan un poco para asustar, un poco para darse su lugar.Es un uso del poder caricaturezco mezclado de informalidad para realizar las cosas. Según me cuenta mi compa, le decían cosas un poco en broma, un poco en serio, de que podían hacer con él lo que quisieran, y después de haber andado kilómetros por caminos rodeados de plantaciones bananeras, no sabía si el miedo era encontrarse en medio de esos bananales, el no saber para donde se lo llevaban, o los policías burlones autoritarios. Una vez en la comisaría, entre broma y broma, le decían que lo que le encontraran se lo iban a dejar. Le preguntaron si llevaba droga, y el les dijo que no, aún así, le revisaron todas sus pertenencias y al no encontrar marihuana parecían estar más bien desilusionados(pues se la pensaban fumar, o revender, eso no se puede confirmar, pero es lo que él dedujo del interés oculto de tal búsqueda) y alegaban que la mayoría de los extranjeros siempre llevaban un poquillo, que como era posible que no andara ni un purillo. Al encontrar su cámara de fotos, le decían si no andaba una cámara de video, pues hubiera sido un interesante botín, pero la cámara que andaba ni siquiera era digital sino analógica. Desilusionados ante esa tecnología tan antigua y frente al hecho de que no llevara marihuana lo dejaron tranquilo el resto de la tarde, mientras yo enviaba el fax. Al caer de la noche lo fueron a dejar a la carretera principal donde pudo agarrar un bus hasta el centro de Limón y de ahi tomar el otro que lo llevaría hasta la capital, a unas dos horas y media aproximadamente de viaje.
Después recordé los largos y pesadillezcos pasos fronterizos centroamericanos cuando uno viaja por tierra hacia el norte o de norte a sur. Las horas de horas en cada puesto fronterizo, los pagos de timbres, el cambio de moneda, las fumigadas de buses,el registro de maletas, las pastillas anti malaria que te hacen tomar(paso Nicaragua-Costa Rica por los Chiles). Recordé el paso por la frontera de Guatemala-Mexico, donde después de un registro de maletas, el señor de la aduana orgulloso por su hallazgo, nos retiró dos naranjas y un quesillo que traíamos desde Nicaragua, argumentando que esos productos no podían pasar. Su cara de ¨ese es mi trabajo¨evidenciaba cierta felicidad en medio de algo un poco ridículo.
Todo eso pensé, mientras el policía alemán revisaba en sus modernos sistemas mi pasaporte.(me imagino, porque no vi ningún equipo, ni se que hicieron) Finalmente y ante cierta tensión por parte de los pasajeros, entró el policía y nos entregó a la persona de Ghana y a mi nuestros pasaportes, confirmando con ese acto de que todo estaba en regla. Eso si, nos entregó los pasaportes equivocados y por eso me di cuenta que la otra persona era de Ghana, y le de dije al policía, No no no no...este no es mío, y el equivoco, quedó por fin resuelto. El policía no dijo nada más. Se despidió y dió las buenas noches a todos en el bus, saludo que nadie devolvió y por fin acabó todo. Me quedó en la boca una frase que definitivamente hubiera dicho un policía tico. Tiene que andar todos sus documentos cuando viaja. O, por esta vez, o la próxima vez.....Los policías alemanes no te dicen nada, te hacen entender lo mismo sin tener que decirlo. Y evidentemente si fué un gran error "salir" de Alemania sin ese documento. Todos en el autobus pudimos retomar el sueño, en medio de una carretera fría y húmeda que nos llevaba a Berlin. Quedaban todavía más de 6 horas de viaje.



Foto Daniele Vidoni

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